La economía capitalista puede definir un valor para todo. Es posible monetizar una propiedad, una actividad o un bien. Pero, ¿Cuánto vale una vida humana? Y una pregunta más difícil aún: ¿Nuestras vidas tienen el mismo valor?
El
mundo tambaleaba por el atentado a las Torres Gemelas en 2001, y un hombre se
enfrentó a estos dilemas. El Congreso de EEUU creó un fondo de compensación para
ayudar a las familias de las víctimas y limitar las demandas, y fué a Kenneth Feinberg, un prestigioso
abogado de Washington DC, a quien le encomendaron la tarea de asignar un valor
en dólares a todas y cada una de las vidas perdidas.
La
polémica dividía a la sociedad. Los pagos, insistía ante la prensa, se basarían
en "cálculos justos, consistentes y transparentes".
En
su libro "What Is Life Worth",
Feinberg explicó cómo funcionaría: “Tomemos a un hombre soltero, de 35 años,
que gana alrededor de $250,000 al año. Tiene un valor de $ 2.6 millones.
¿Añadir una esposa? Su valor aumenta a 4,2 millones de dólares. Niños, qué tal
cuatro, ahora vale $ 4.6. Sin embargo, había una cantidad fija para el dolor y
el sufrimiento: 250.000 dólares”.
En
los papeles era una fórmula impecable, pero al ver los rostros de angustia
detrás de los números comenzó a dudar de la riguridad matemática.
Al
establecer la compensación para las víctimas, Feinberg entró en crisis.
Inexorable,
cargaba datos de diferentes personas y la plataforma calculaba montos inmoralmente
desproporcionados para cada vida perdida: la ley requería compensar con más
dinero al gerente, al corredor de bolsa o al banquero, que al trabajador, al
policía, al soldado asfixiado en el Pentágono o al bombero caído bajo los
derrumbes en las operaciones de rescate durante los días siguientes…
Podría
no haber un procedimiento perfecto para encontrar la equivalencia en dinero de
una vida, pero la ley no aspiraba a ser justa.
Más
tarde, el mismo Feinberg, cuestionaría esta premisa básica del sistema legal: “Al
principio di el argumento legal estándar: que no estaba evaluando el valor
moral intrínseco de ningún individuo. Pero ahora encontré la ley en conflicto con mi creciente creencia en la igualdad
de toda la vida”.
Estamos
acostumbrados a ponerle valor a todo, y que ese valor sea un precio. Esta
premisa es un callejón sin salida, e invalida las preguntas que abren el artículo.
El
error entonces, es intentar valuar (y reducir) a una persona a una ficción monetaria
[1]. Un ser humano nunca podría cuantificarse en un precio, porque no es sólo la
materia que lo forma: es también su historia, su vida y sus actos, sus afectos…
Lo que es, y lo que podría llegar a ser.
Desde
el punto de vista moral y social, la vida humana tiene un valor incalculable, inconmensurable
por la ley del mercado. Así, la libertad humana y la vida poseen un valor en sí
misma, con respecto a los derechos humanos, al valor individual de una persona
y a su seguridad jurídica y económica. [2]
La
Parashá de esta semana nos enseña las leyes de Arajin [3] (literalmente valuación o tasación) que tratan acerca
del valor monetario asociado con diversos artículos que uno se compromete a
donar al Templo.
En
esta sección de valuaciones, la mayoría de los elementos de la lista, la
valuación es definida según datos específicos del elemento consagrado. No
obstante, en la forma del cálculo del valor de la persona, no hay lugar para
criterios subjetivos, sino solamente su edad y género. [4]
Obviamente,
el valor de un ser humano tiene un valor
infinito, y no le ponemos precio a la vida.
La
Mitzvá de salvar una vida humana, [5] que anula y prevalece sobre casi todas
las demás Mitzvot, no diferencia entre edad o funcionalidad, y un niño y una
persona adulta poseen el mismo valor.
No
obstante, en esta Mitzvá en particular, la Torá asigna una "tarifa
fija" a diferentes personas en diferentes grupos de edad, y no está
poniendo una "etiqueta de precio" a su valor inherente, sino que es
únicamente para los fines de esta tasación de donación. Básicamente: eres
hombre o mujer, que edad tienes, donas tanto.
Con
respecto a la “valoración de los seres humanos vivos”, para Rashi describir esta legislación en
términos monetarios implica igualdad ante la Ley. De esta manera, al establecer
los montos para tales valoraciones, la Torá no distingue entre ricos y pobres,
personas socialmente prominentes o socialmente insignificantes, sino que evalúa
a todos estrictamente en función de la edad y el sexo.
Bahya ben Asher [6], trae un enfoque
midráshico: en el versículo “según la valoración de los seres vivos”, el
midrash retrata a Di-s diciendo que “si me donas el equivalente monetario de tu
persona, te lo daré cuenta ustedes como si Me hubieran 'donado' sus vidas, sus
almas (…)”. [7]
Al
entender la dimensión mística, la alusión al “valor” es como que la persona que
donaba su valor tenía en mente “el valor de su alma evaluada por Di-s”.
En
ese sentido, si todos somos iguales, lo
que queda bajo escrutinio divino es el alma: los atributos espirituales son
aquí está el factor diferencial.
Por
eso, al revisar el texto en hebreo se advierte que no habla de “personas”, sino
de nefashot: “ALMAS”. Esa es la clave.
Hace
más de 1200 años el gran sabio persa Al-Khwarizmi
fundó en Bagdad la Casa de la Sabiduría (Bayt al-Hikma), un centro científico y
multicultural que algunos han comparado con la Biblioteca de Alejandría. [8]
Cuenta
la leyenda que uno de sus alumnos le preguntó, hipotéticamente, cómo se
calculaba el valor de una persona. El sabio reflexionó unos instantes, le respondió:
"Si tiene ética, entonces su valor es 1; si además es inteligente,
agréguele un 0 y su valor será 10; si también es rico, súmele otro 0 y será
100; si por sobre todo eso es además una bella persona, agréguele otro 0 y su
valor será 1000".
Sin
embargo, el matemático aclaró, "Pero si pierde el 1, que corresponde a la
ética, perderá todo su valor, pues solo quedarán los ceros".
Sencillo.
"Sin valores éticos ni principios sólidos, no quedará nada".
Einstein decía: “Intenta no volverte un hombre
de éxito sino un hombre de valor”, quizás porque el éxito en nuestra sociedad
se mide en cosas, es limitado y no dura para siempre; mientras que el valor intrínseco del ALMA es ilimitado y
eterno.
Podríamos
hablar de valores universales como el amor, la honestidad, la integridad, el
respeto, la lealtad, la unión, la responsabilidad, la confianza entre otros
como parte integral del valor de la persona, pero estos solo son una base para
iniciar el camino.
Sin
embargo, por encima de todas estas cualidades, se necesita un compromiso ético.
Da igual cuáles sean sus otras cualidades pues –como decía el sabio persa- si
no tienes ética, tu valor es igual a 0, y sobre esta base jamás podremos construir
de un mundo más justo, libre e igualitario.
Con
un poco más de ética, evitaremos los desastres de una hambruna mundial sin
precedentes.
Un
poco más de compromiso moral frenaremos las intenciones de quienes acaparan
todo, olvidándose que estamos en el mismo barco.
Con
una pizca más de ética, haríamos posible la utopía de la igualdad de oportunidades
y el acceso equitativo a una vida digna a más personas.
Unas
gotas de moral harían que el mundo deje de ignorar a las personas que huyen de
la guerra, el hambre y la desesperación.
La
Ética no se puede reducir a una fórmula matemática, el dolor no se indemniza,
no hay monto que nos devuelva un abrazo.
¿Cuánto vale una vida humana?
¿Nuestras vidas tienen el mismo valor? Si no entendemos que somos Almas,
seguiremos haciéndonos preguntas incorrectas.
Erich
Fromm (1900-1980), destacado psicoanalista y filósofo humanista, en su obra
“¿Tener o Ser?” nos dice: “Vivir correctamente ya no es una demanda ética o
religiosa. Por primera vez en la historia, la supervivencia física de la
especie humana depende de un cambio radical del corazón humano”.
Somos
llamados a responder a al compromiso ético de poner valor a nuestras acciones.
El
Libro de Levitico le recuerda a la humanidad que esta es una asignatura
pendiente.
Jazak,
jazak, veNitzjazek.
Shabat
Shalom umeboraj !
Seba Cabrera Koch
22 de Iyar 5783 / 12 de mayo de
2023
Notas
[1] *Aunque suene descabellado, es posible calcular hipotéticamente
cuánto vale un ser humano. Químicamente, se podrían precio a los elementos que
componen el cuerpo humano: 65% de oxígeno, 18% de carbono, 10% de hidrógeno, 3%
de nitrógeno, 1% de fósforo, 0.5% de calcio, 0.35% de potasio, 0.25% de azufre,
0.15% de sodio, 0.15% de cloro, 0.05% de magnesio y cantidades minúsculas de
otros elementos. El precio de todo esto es entre unos 15 dólares.
Otros compuestos bioquímicos, incluyendo
macromoléculas de gran complejidad, como el ácido desoxirribonucleico (ADN) y
proteínas como enzimas o anticuerpos, tienen un altísimo valor de mercado. Tan
solo el costo estimado del ADN de un humano sería de 9.700.000 dólares, y el de
sus anticuerpos, 7.300.000.
Pasando del nivel químico al fisiológico, que
considera ya no moléculas, sino los órganos del cuerpo humano, su valor aumenta.
En el mercado negro un pulmón puede costar al menos 116.000 dólares; un riñón, 91.000,
y un corazón, 57.000. El valor total de los órganos de un cadáver que pueden
aprovecharse para trasplantes es de cientos de miles de dólares. Y algunos
tejidos y células son aún más caros: la médula ósea puede valer 23 millones de
dólares; 32 óvulos de una mujer, 224.000 dólares, igual que los millones de
espermatozoides que un hombre puede vender durante 20 años. Así, el valor de un
cuerpo humano como una mercancía, podría alcanzar los 45 millones de dólares.
[2] Más aún, podríamos afirmar que la vida humana
tiene un valor estadístico o financiero mediante el cual la justicia establece
un monto de indemnización en un caso de, por ejemplo, accidente de tránsito o
laboral.
[3] De hecho, hay un tratado entero del Talmud
dedicado a esta Mitzvá.
[4] Ver Levítico 27:1-8.
[5] Pikuaj nefesh.
[6] También conocido como Rabeinu Behaye, fue un gran
comentarista a la Tora y un cabalista, nacido a mitad del siglo XIII en
Zaragoza.
[7] Basado en Tanjuma Bejukotai 6
[8] *Abu Abdallah Muḥammad ibn Mūsā al-Jwārizmī (Abu
Yāffar), Al-Khawarizmi o también conocido en nuestro idioma como Al-Juarismi. Vivió
entre los años 780 y 850. Considerado un genial astrónomo y señalado como el
padre del álgebra, revolucionaria la cartografía de su época: con sus aportes se
corrigieron errores en mapas, que se venían arrastrando por más de 600 años,
posicionando mejor las ciudades y montañas más importantes del mundo conocido y
definiendo con más precisión los mares, incluyendo el Mediterráneo.
Fuentes consultadas
-Bazak, Amnon. “El valor de la persona”. Comentario a Levítico
27. HaTanaj.
-Bonfil Olivera, Martín. “El valor de un ser humano”. Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) Revista ¿Cómo ves?. 2023.
-Ciarcia-Levy, Joy “What Is One Life Worth?”. © 2009
ABC News.
-Feinberg, Kenneth. "What Is Life Worth”.
Autobiografia. Columbia. 2005.
-Feinberg, Kenneth. : “What Is the Value of a Human
Life?”. © This I Believe 2005 - 2023
-Levítico 27:1-8, traducción de Aryeh Coffman: “Tora
con Rashi: Tomo Vaikra / Levítico”. Editorial Jerusalén. 2001. Pág. 522-524.
-Litvinoff, Nicolas. “¿Cuánto vale tu vida?”. © 2016.
LN.
-Schneerson, Levi Itzjak. “Torat Levi Itzjak”. Perlas
Kabalísticas: Bejukotai. Año 2 Nº 29.
-Seligmann Fromm, Erich. “¿Tener o Ser?”. 1976.
Psikolibros. Edicion PDF.
Imagen: “Planta crescendo”. Studio2013.
Vecteezy.
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