El Último Mensaje.
Comentario HAFTARÁ TOLDOT: Malají 1:1 – 2:7
La lectura que nos convoca en esta oportunidad nos ubica en tiempos del Imperio Persa.
Hacia el siglo VI antes de la era común, el Rey Ciro II conquistó Mesopotamia, dándole fin a 70 años de exilio del Pueblo judío en Babilonia.
Ciro, al que la historia reconocería como el Grande, liberó a los esclavos, garantizó la tolerancia religiosa y permitió regresar a sus tierras a los pueblos deportados. A raíz de este decreto, 50.000 judíos exiliados emprendieron el Primer Retorno a la Tierra de Israel:
volverían a Jerusalén y construirían el Segundo Templo.
En esta época vivieron los tres últimos profetas: Ageo, Zacarías y Malaquías (Malají).
Nuestros Sabios afirman que con ellos la profecía se extinguió de Israel para siempre.
Esta semana, la haftará que se lee con parashá Toldot nos vincula al libro del Profeta Malají, enfrentándonos a versículos con una gran carga emocional.
En solo tres capítulos, el escrito refleja los tiempos que se vivían: hablando durante el período del Segundo Templo, el Profeta critica los sacerdotes y los reprocha por la hipocresía ante el ritual vacío, y reprende al Pueblo por su infidelidad (a sus cónyuges y a D-s).
La haftará finaliza exhortando a los cohanim a regresar al pacto original que D-s había hecho con Aarón. Concluye con una promesa, enfatizando el amor de D-s por Israel y animando al Pueblo a arrepentirse.
Malají es el último de los 12 Profetas Menores (profetas posteriores), el último Libro de los Profetas. Lo llamativo es el nombre: Malají. “Malaj” en hebreo significa “ángel” (pero también “mensajero” o “enviado”); entonces Malaji puede leerse como “mi ángel” o “mi mensajero”.
Este nombre sólo aparece en el Libro de Malají, por lo que queda a interpretación si es el nombre personal del profeta, o sólo un título para un hombre que era conocido como un mensajero de D-s.
Este anonimato dejaría entrever que la narrativa puede prescindir del protagonista: tal vez no importaba tanto el mensajero sino el Mensaje.
Se requería valor y autoridad moral para expresarse con vehemencia ante la irresponsabilidad, la corrupción y la falta de honra. En su voz habría crítica, pero también esperanza.
Ante las vicisitudes que fracturan la Historia, el mensaje del Profeta permanecería incólume y atemporal, porque cada quien que levante la voz en cada generación, le daría una nueva fuerza al mensaje en cada época.
Aún ante una generación que reconstruía el Templo, la presencia de D-s no era palpable.
Las grandes promesas redentoras de los profetas Ageo y Zacarías no se habían cumplido, y el Pueblo estaba perdiendo fuerza espiritual.
Malají, el Último Profeta, comienza su libro recordándonos que, como se describe en la Parashá, D-s amorosa y eternamente nos eligió a nosotros, los descendientes de Jacob.
Es aquí donde El Mensaje nos despierta para que retornemos a nuestra verdadera Esencia, recordándonos el amor incondicional que existe entre D-s y Su pueblo.
La elección del Pueblo judío por parte de D-s es uno de los grandes principios de la tradición judía. “Elegir”, en este contexto, significa que se establece un vínculo especial con aquello que se elige. A esto lo llamamos “amor”.
Amar también significa “esperar más de nosotros”. Es ser mejores que antes, es estar unidos ante la incertidumbre, confiando en que no estamos solos.
Es entender que no somos lo que nos hicieron, sino lo que hicimos con lo que nos hicieron.*
Lloramos, pero aliviamos tanto dolor cantando por la Paz.
Nos reconstruimos rezando, estudiando y activando en nuestras comunidades.
El corazón estrujado y hecho añicos, pero cada vez más grande ante la solidaridad que conmueve.
Así, salimos al encuentro de lo Divino.*
Mirando un poco más de cerca, quizás el Último Mensaje se trata de volver a conectarnos con D-s, permeables ante la espiritualidad que nos abraza.
Allí es donde el amor incondicional entre D-s y Su pueblo nos reúne en un rezo por nuestros hermanos y por nuestra Tierra, en una melodía sin fronteras:
Avinu, Avinu…
shebashamaim, tzur Israel vegoalo…
Padre celestial, protector y redentor de Israel, bendice al Estado de Israel, que marca el principio de nuestro renacimiento y redención.
Avinu shebashamaim, tzur Israel vegoalo, barej et Medinat Israel reshit tzemijat gueulatenu.
Amén.
*Frases que atribuyo a nuestro Rabino y Maestro Rab Ale Avruj, Sheijie Leorej Iamim Tovim Amén. Que viva por largos y buenos años. Amén.
Shabat Shalom!
Seba Cabrera Koch
Fuentes:
-Avruj, Alejandro. Et ba zman: Un tiempo dentro del tiempo. Sidur Tefilot Shabat y Festividades. 1er edición. 2015. Comunidad Amijai. Oración por el Estado de Israel. Pág. 122.
-Beer, Z. Kornblau, B. Zachary Beer y el rabino Barry Kornblau. Toledot. outorah.org © 2023 Orthodox Union
-Coffman, Aryeh. Tora con comentario de Rashi, tomo 1 Bereshit – Génesis. 2001. Editorial Jerusalén.
-Dubov, Mendel. Haftarah Companion for Toldot. 2023. © Chabad-Lubavitch Media Center.
-Haftará Toldot Malaquías 1:1-2:7. Consultado desde Sefaria.org
-National Geographic Historia. Tomo 5: Reinos e Imperios de Próximo Oriente. 2018. National Geographic Society.
-Parashá Toldot Génesis 25:19 – 28:9. Consultado desde Sefaria.org
-Sacks, Jonathan. Cartas para la próxima generación – Carta 3. © 1981-2023 The Rabbi Sacks Legacy Trust.
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