Shabat Toldot
En el corazón de la península arábiga, donde la arenisca y el viento difuminan un paisaje onírico, una singularidad geológica nos cuenta una historia milenaria. Por cientos de siglos, este terreno legendario vio el ascenso y el ocaso de grandes imperios, y aun hoy deslumbra resistiendo el paso del tiempo.
Allí,
una formación rocosa de unos seis metros de alto y nueve metros de ancho, se
erige como un centinela que data al menos, del siglo VI antes de la era común.
Se la conoce como la roca de Al Naslaa.
El
extraño monolito que conmociona a los turistas y abre interrogantes a científicos
y arqueólogos, está cubierta en su cara sureste con numerosos petroglifos, pero
debe su fama al corte limpio y preciso que divide la roca. Literalmente: es una roca dividida en dos mitades,
ambas en equilibrio sobre pequeños pedestales, logrando una separación vertical
perfecta. Asombroso e inexplicable.
Con
este patrimonio arqueológico como introducción, entramos a una de las historias
en la parasha de esta semana.
“Y estas son
las generaciones de Itzjak, hijo de Abraham. Abraham engendró a Itzjak”. Génesis 25:19
Según
el Talmud 1, en aquel
tiempo los cínicos dudaban de que Sara pudiera quedar embarazada y dar de mamar
a una edad avanzada. Se cuenta que cierta vez Abraham fue e invitó a todos los
grandes hombres de esa generación, y Sara invitó a sus esposas. Estas vinieron
con sus hijos pero no con sus nodrizas. Y un milagro le ocurrió a Sara: sus
pechos se abrieron como dos manantiales, y ella amamantó a todos estos niños. Y
todavía aquella gente murmuraba y se decía unos a otros: Aunque Sara, a los
noventa años de edad, puede dar a luz, ¿puede Abraham, a los cien años de edad,
padre de un hijo?
El
gran comentarista medieval del siglo XI Rabi Shlomo Ben Itzjak, Rashi 2, explica que ante los rumores de que Itzjak pudiera
ser hijo de Faraón o de Avimelej, D-s dio
forma a los rasgos faciales de Isaac exactamente similares a los de Abraham,
de modo que todos tuvieron que admitir que Abraham engendró a Isaac.
Con
esto en mente, no podemos pasar por alto que hay pasajes en la vida de Itzjak
que son un déjà vu, como si los hubiéramos leído antes: Itzjak regresa a Guerar
donde había estado su padre; intenta proteger a su esposa Rivka presentándola
como su hermana, tal como hizo Abraham con su madre Sara en idénticas
circunstancias; Itzjak sufrió con su esposa, al igual que sus propios padres,
el dolor y la incertidumbre de no poder concebir un bebé; Itzjak, al igual que
Abraham, cava pozos de agua, y lo hace en los mismos lugares que su padre había
cavado.
Itzjak
sin proponérselo, traza su futuro reconociendo su pasado, su historia cercana.
Es la historia del hijo de quien se propuso
cambiar el mundo con un viaje: el depositario de las promesas hechas al
hombre que dejo atrás su tierra, su lugar de nacimiento y la casa de sus
padres.
No
solo es la historia de Itzjak: es la historia de todo aquel que abriéndose paso
en su propio camino, reconoce en sus pasos las huellas indelebles de su
progenitor.
Todos
somos dignos reflejos de los que nos antecedieron, cuando nuestras acciones enaltecen su memoria, viviendo nuestras
vidas acordes al legado que nos fue confiado.
Al
igual que la roca de Al Naslaa, Itzjak
se agiganta al verse a si mismo como una roca que es fiel reflejo de la otra
parte, porque Itzjak y Abraham eran idénticos no solo en los rasgos o en el
aspecto, sino en sus valores y convicciones, por eso cuando sus caminos parecen
bifurcarse, no hacen más que volver a entrelazarse aun con más firmeza.
Por
eso Itzjak y Abraham no son tan distintos: son parte de una misma roca, unidos
por una historia maravillosa entre un hijo y su padre.
Seba Cabrera Koch
2 Kislev 5783 / 25 de Noviembre de 2022
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Fuentes
consultadas:
1 - Bava Metzia 87a:13
2 -Tora con Rashi: Tomo Bereshit / Genesis –
Aryeh Coffman. Editorial Jeruslem de Mexico. 2001.
3 - Midrash Tanjuma, Toldot 1.
https://www.myjewishlearning.com/
https://bigthink.com/starts-with-a-bang/al-naslaa-rock/
IMAGEN: Megalito de Al-Naslaa (vista posterior). Oasis
Taima, Arabia Saudita. Foto: Raziuddin Farooqi. 2022.
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