Corría el año 1963 cuando Leonore Jacobson, directora de una escuela en San Francisco, Estados Unidos, comienza a intercambiar correspondencia con Robert Rosenthal, un incipiente profesor de Harvard especialista en psicología y en ciencias de la educación.
Rosenthal teorizaba acerca de conceptos innovadores en
este campo, pero fue entonces cuando Jacobson le propuso ponerlos a la
práctica: investigarían juntos una hipótesis que movería los cimientos del aprendizaje
escolar.
Los siguientes cinco años, llevaron a cabo uno
de los estudios más relevantes (y también polémicos) 1 , arribando a una conclusión que impactaría
en los modelos tradicionales de enseñanza: descubrieron que “las expectativas
del educador pueden afectar al progreso académico del alumno”. *
Tomaron a más de 300 alumnos de seis cursos diferentes del instituto de Jacobson, y les hicieron evaluaciones para medir sus capacidades intelectuales.
Al constatar que no había grandes diferencias entre
ellos, seleccionaron al azar a 65 de estos alumnos, y escribieron unos informes
falsos que dieron a sus profesores: en ellos decían que esos estudiantes “habían
obtenido unos resultados extraordinarios, estaban claramente por encima de la
media, y que eran alumnos de los que podían esperar mucho”. Del resto de
alumnos, simplemente no dijeron nada. 2
Al finalizar el ciclo lectivo, los investigadores evaluaron
nuevamente a los estudiantes y encontraron que este selecto grupo puntuaba
significativamente por encima del resto. A este fenómeno se lo conoce como ‘Efecto Pigmalión’. **
Según esta teoría,*** el hecho de que ciertos alumnos
respondan mejor que otros en una clase tiene
más que ver con el trato que han recibido por parte de los docentes que con sus
propias habilidades. Aquí, Rosenthal y Jacobson descubrieron la gran
influencia que las expectativas de los padres, maestros o adultos responsables
tienen sobre hijos, alumnos y personas bajo su cuidado.
De esta manera, el Efecto Pigmalión consiste en la
interpretación y creencia más o menos consciente de cómo la realidad debería
ser: por eso, sabemos que aun en
entornos desfavorables podemos motivar, entusiasmar y provocar cambios
positivos, influyendo significativamente sobre el rendimiento y los logros
que pueda alcanzar un aprendiz. 3
Con todos estos conceptos compilados hasta aquí,
podremos adentrarnos en la historia de Efraim y Menashé, hijos de Iosef y
nietos de Jacob, reflexionando en la lectura semanal Vaieji 4 desde
una óptica novedosa.
“Y
los bendijo en ese día diciendo: En
ti se bendecirá Israel, diciendo:
ponte
D-s como Efraim y como Menashé” (Génesis 48:20)
¿Por qué Efraim y Menashé llegaron a ser un símbolo y un ejemplo para los niños de Israel por las generaciones? Rabí Shmuel Hominer 5 dilucida esta cuestión de la siguiente manera: “De todas las tribus, solo Efraim y Menashé nacieron y fueron criadas en la impureza egipcia.
En su hogar –tal como se acostumbra
en la casa de un virrey– siempre ingresaban los ministros y los magos egipcios.
(…) A pesar de ello, cuando Jacob llegó a Egipto vio que Efraim y Menashé no
fueron tras la impureza del lugar, y no aprendieron los usos y las costumbres
de dicha nación. Por el contrario, vio que fueron criados y educados sobre
las rodillas de Iosef en un ambiente de Torá…”.
Rab. Jonathan Sacks Z´L 6 en su comentario a esta parashá,
insiste en que esta bendición a los hijos está por sobre todas las demás,
“porque Efraim y Menashé fueron los dos primeros niños judíos nacidos en el
exilio. Así que los padres judíos bendicen a sus hijos pidiéndole a Dios que
los ayude a mantener intacta su identidad a pesar de todas las tentaciones y
distracciones de la vida de la diáspora”.
Bajo
los conceptos del Efecto Pigmalión, se insinúa que Efraim y Menashé, aun en
Egipto, experimentaron una infancia de
protección, de estímulo permanente y en un ambiente adecuado, en donde
fueron animados a ser ellos mismos, favoreciendo el desarrollo de su identidad
con plenitud incluso en circunstancias adversas u hostiles.
Un educador comprometido con la educación, que propone retos posibles de alcanzar cada día, y los acompaña en el camino, tiene por analogía la misma importancia que para un niño ser “criado y educado sobre las rodillas” de un padre o abuelo.
Si
alguien confía en nosotros y nos contagia esa confianza, si alguien que tenemos
cerca nos premia, nos motiva, nos anima, nos valora, y nos trasmite que SI
podemos conseguir ciertas metas, generara en nosotros mismos creencias
positivas acerca de nosotros que nos impulsarán a alcanzar esas metas.
“Y bendijo a Iosef y dijo” (Génesis
48:15).
Rabí Ishaiah
Haleví Horowitz 7 explica
que “la bendición que continúa no fue dirigida a Iosef, sino a sus dos hijos”. ¿Por qué, entonces, la Torá dice que Jacob
bendijo a Iosef? “Para mostrarnos que no existe mejor bendición para un
padre que el deseo de que sus hijos imiten su conducta y se transformen en
buena gente. Por esto, la bendición de Jacob a Menashé y a Efraim (…) es la
más grande bendición que Iosef, su padre, podría haber recibido”.
Al igual
que Iosef, hoy nosotros, padres y docentes, tenemos día a día la difícil tarea de
educar con valores que repercuten sobre el futuro del niño.
Descubrir
su “chispa”, ese poder natural que existe en cada individuo.
Talentos que
esperan ser descubiertos y potenciados, ayudarlos a aumentar sus oportunidades
de crecimiento hasta límites.
¿Alguna vez
imaginamos como una responsabilidad así?
Gracias al trabajo de Rosenthal y Jacobson, somos
conscientes de que nuestras palabras, gestos, creencias y acciones influyen en
el otro, ¿por qué no utilizarlo para reforzar sus capacidades y generar en los
demás un sentimiento que lo acompañe toda su vida?
El cambio está en nuestras manos.
Esa es la mejor bendición que dejaremos como legado.
Shabat
Shalom!
Seba
Cabrera Koch
13 Tevet 5783 / 6 de Enero de
2023
Notas
* Efecto Pigmalión, también conocido como Teoría de la Profecía autocumplida o Efecto Rosenthal.
** Según la mitología griega, Pigmalión era un escultor que talla una hermosa escultura a la que llamo Galatea. La obra tenia tal belleza y perfección que su autor quedo perdidamente enamorado, por lo que Afrodita, conmovida por el deseo de Pigmalión y en un acto de compasión, decide dotar de vida a su amada escultura para que él pudiera materializar ese amor. La Psicología y otras ciencias se basaron en este mito para referirse a la forma en la que las expectativas y creencias de una persona sobre otra pueden afectar positiva o negativamente su conducta.
*** Existe una teoría opuesta, denominada por diversos autores como Efecto Pigmalión negativo o efecto Golem, en la que la autoestima del sujeto disminuye, generando bajos rendimientos y resultados por debajo de la media. Se omite desarrollo sobre este enfoque porque escapa a fines del presente ensayo.
Fuentes consultadas
1. Rosenthal, R., & Jacobson, L. (1968). Pygmalion in
the classroom. The urban review, 3(1), 16-20.
2. https://www.psiquion.com/blog/efecto-pigmalion
3. https://www.iepp.es/efecto-pigmalion/
4. Parasha
Vaieji: Genesis 47:28 - 50:26. Sefaria. https://www.sefaria.org/Genesis.47.28-50.26?lang=bi&aliyot=0
5.
Ialkut Lekaj Tov,
vol. 1, p. 301. Citado por Surazski, G. (2021). Fragmentos de cielo:
perlas y comentarios a los cinco libros de la Torá. 149.
6. Sacks, J. https://www.rabbisacks.org/covenant-conversation/vayechi/grandparents/
7. Rabí Ishaiah Haleví Horowitz, The Torah. Citado por Surazski, G. (2021). Fragmentos
de cielo: perlas y comentarios a los cinco libros de la Torá. 147-148.
IMAGEN: Jacob bendice a los
hijos de José, por Rembrandt. 1656.
Rembrandt Harmensz. van Rijn –
“Jacob bendice a Efraín y Manasés” - Schloss Wilhelmshöhe Kassel.jpg - https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=157851
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