En la mañana del 12 de marzo de 1930, Mahatma Gandhi y sus seguidores comenzarían una protesta arriesgada. Caminarían contra el Imperio.
La historia los recordaría como los
artífices de una acción poderosa y conmovedora, que inspiraría movimientos pacifistas
en todo el mundo: cientos de almas marcharían para denunciar el monopolio con
el que el gobierno británico explotaba las minas de sal; indios de todas las
castas y clases sociales se rebelarían para acabar con el colonialismo por
medios pacíficos.
La Marcha de la Sal, como se la
conocería, se prolongaría durante casi cuatros semanas. Fiel a sus
convicciones, los caminantes llevaron adelante la protesta sin un atisbo de
violencia. El 6 de abril y casi 400 kilómetros después, la marcha culminaba con
Mahatma Gandhi tomando un puñado de sal junto al mar y declarando que “con este
sencillo acto, sacudo los cimientos del imperio británico”.
Así también lo hicieron centenares de
personas, desafiando las leyes británicas. Gandhi seria arrestado y puesto en
libertad meses después, cuando las autoridades decidieron reconocer el derecho
de los indios a explotar los recursos salinos.
Era un pequeño paso, pero todavía
habrían de pasar 18 años para que India lograse su independencia.
En el discurso pronunciado por Gandhi en
la víspera de la marcha, aun temiendo por su vida, enarbolaba los ideales sobre
los que se asentaba la causa:
“…que no haya ni asomo de
alteración del orden público después de que todos nosotros hayamos sido
arrestados. Hemos resuelto emplear todos
nuestros recursos en la prosecución de una lucha exclusivamente no violenta.
Que nadie cometa una irresponsabilidad en un momento de ira”.
“[…] pueden hacer lo que esté
en su mano, si tienen la suficiente fe en sí mismos. Tienen el derecho, mejor
dicho, es su deber hacerlo por la confianza que tienen en sí mismos, la
valentía y la tenacidad”.
“Tengo fe en la justicia de
nuestra causa y en la pureza de nuestras armas. Y allí donde los medios son
limpios, allí está sin duda D-s con su bendición. […] Solo nos vencen si renuncian a la verdad y a la no violencia, y
hacen oídos sordos a la voz del interior”.
Esta es la declaración de principios del
Mahatma.
El proyecto emancipador de Gandhi establecería,
por primera vez, la “No Violencia” y “el control del descontento social” como
métodos para alcanzar sus objetivos políticos y sociales: debían asumir una
postura activa contra sus propios impulsos, controlando su expresión, manejándolos
y transformándolos en otro tipo de energía.
Cuando acuñó la satyagraha** , un término en sánscrito con una gran carga simbólica,
Mahatma Gandhi convenció a toda una nación de que la justicia llegaría más rápido si comunicaban sus demandas
desprovistas de toda emoción, salvo por aquellas que son amables y
gentiles, como la compasión y el respeto.
Incluso la práctica de la confrontación pasiva
y la resistencia pacífica ante la agresión, tarde o temprano resultarían más
efectivas para suscitar un cambio.
El mensaje era claro: para alcanzar la
libertad debían anular la ira y el enojo. Pero aparentemente, lo que Gandhi
proponía era humanamente imposible.
Si bien personas de todo el mundo, sin
importar cultura ni edad, la experimentan con cierta frecuencia, el enojo o la
ira ocupan un lugar dentro de las emociones olvidadas por el mundo científico
en los últimos tiempos.
A través de la historia de la filosofía
y de la psicología, los especialistas han reconocido las consecuencias
negativas tanto físicas, como interpersonales y sociales, asociada a la
experiencia intensa de esta emoción. El filósofo Séneca fue uno de los primeros en reconocer el carácter destructivo
de la ira y la denominó “enfermedad de la naturaleza humana”.
Además de Séneca, otros pensadores
influyentes como Aristóteles y Plutarco, la definieron como una fuerte
emoción o pasión que puede llevarnos a ejecutar acciones directas de castigo
contra quien realiza la ofensa. Ya desde la Antigüedad se buscaban estrategias
para que las personas con dificultades en su control lograran domarla.
Más cercano a nuestro tiempo, Charles Darwin propuso que existía una
relación biológica con la conducta: sostuvo que las emociones tienen una
función adaptativa fundamental en la comunicación social. Así la ira y el enojo
quedaron vinculados a conductas agresivas.
Continuando con la idea planteada por
Darwin, Sigmund Freud planteó que
todos los humanos tenemos un instinto agresivo que nos lleva a la necesidad de expresar
estas emociones: la agresión y sus derivados (enojo, cólera, hostilidad, rabia,
etc.) eran impulsos naturales que resisten el control autónomo.
Pero si Freud sugería que estos impulsos
eran incontrolables, Jacques Lacan***
iría aún más allá: “La cólera es una pasión, sin duda, que se manifiesta por
tal correlativo orgánico o fisiológico, por tal sentimiento más o menos
hipertónico”. Nos enojamos, dice Lacan, y la reacción la sentimos (y la
sufrimos) en cada fibra del cuerpo.
Y esto es real.
Vaiakhel
Pekudei, la
porción doble de la lectura de la Torá con la que en esta semana finalizamos el
libro de Shmot (Éxodo), nos trae un
versículo con interpretaciones desafiantes en sintonía con el tema abordado
hasta aquí:
“No encenderéis
fuego en todas vuestras moradas en Shabat” (Éxodo 35:3)
La prohibición de encender fuego sea
quizás la principal de todas las Melajot (tareas) prohibidas en Shabat. Pero
más allá de las restricciones del fuego en el Día Sagrado, muchos de los Sabios
de Israel han relacionado el fuego con sensaciones internas como el enojo o la
ira.
Rabi Itzjak Ben
Moshe Arama,
sabio español del S. XV, elude la lectura literal del versículo, explicando que
en realidad la advertencia significaría “no encender el fuego” de la discordia
y la pelea: el no encender el fuego en el día de Shabat se refiere entonces a
evitar encender el fuego de una discusión en Shabat.
En ese sentido, Rab Abraham Joshua Heschel (1907-1972), en su libro El Shabat,
explica la gravedad de enojarse en Shabat. Heschel lo interpreta con el
significado de: “No encenderéis el fuego de la discordia ni la llama de la
cólera”. No encenderéis fuego alguno, ni siquiera el fuego de la indignación
justa.
Hay extensas referencias en nuestras
Fuentes en donde se previene acerca de los peligros que conlleva el enojo, el
carácter irascible, la falta de autocontrol, el error de tomar decisiones
apresurados o cuando nos embargan las emociones…
“No te enojes fácilmente”, nos dice Rabi Eliezer desde la mishná, esbozando
de la psicología humana de lo inevitable. Porque no se puede censurar la
emoción, pero sin duda se celebra al que logra moderarlas porque “quien reina
sobre su espíritu, conquista una ciudad".
Nuestra Tradición considera fuerte a
quien domina sus impulsos, transformando en héroes a los virtuosos, a los que
tienen paciencia y a los que persiguen la Justicia y la Paz.
El Talmud nos trae una perla: “Si
repites una lección cien veces, puedes convertirte en un tzadik en ese tema. Si
la repites ciento un veces, puedes convertirte en un siervo de D-s” (Jaguigá
9b).
“No es que no me enoje, es que no lo
desahogo”, dijo Gandhi en ´Todos los hombres son hermanos´, “cultivo la
paciencia al negar mi enojo. Cómo conseguirlo es una pregunta inútil porque se trata de un hábito, una práctica constante que todos debemos
cultivar y en la que todos debemos ser exitosos”.
Podemos comenzar ahora mismo. Pongámonos
nosotros también en marcha.
Nos enfrentamos a una continua sucesión
de problemas y dificultades en la vida. Todo depende de nuestras reacciones. Si
elegimos responder de una manera constructiva y positiva, crecemos. Si elegimos
reaccionar, si nos gana el enojo, la ira o cualquier forma de negatividad,
sufrimos, y también hacemos sufrir a los que nos rodean.
No somos lo
que nos sucede,
sino, lo que hacemos
con aquello que nos sucede.
Be'Ezrat HaShem, la elección está en
nuestras manos.
Shabat Shalom umeboraj!
Seba
Cabrera Koch
24
Adar 5783 / 17 de marzo de 2023
Notas
* En 1896, siendo abogado para una firma
británica, Gandhi fue atacado y apaleado por sudafricanos blancos. Desde allí
comenzaría a propagar la política de resistencia pasiva y de no cooperación con
las autoridades sudafricanas. Parte de esta inspiración se la debe a León
Tolstoi (cuya influencia en Gandhi fue profunda) y a Henry David Thoreau.
** Gandhi consideró que los términos en inglés
para 'resistencia pasiva' y 'desobediencia civil' no eran adecuados para sus
objetivos. En 1906 creo un neologismo: satyagraha, que suele traducirse como
“insistencia en la verdad” (otras versiones traducen “abrazo de la verdad”, “fuerza
del alma” o “fuerza de la verdad”), y representa la lucha, la resistencia y la
desobediencia civil india, realizadas de manera sistemática, con objetivos
ético-políticos y con una dimensión espiritual.
*** Lacan se propuso revisar la denominada Psicología
de los Afectos deteniéndose en la cólera. Él se preguntaba por qué, mientras
que la ética se había interesado por la cólera, el psicoanálisis no había
manifestado el mismo interés. Entonces, en la octava clase del seminario “La
ética del psicoanálisis”, dictado entre 1959 y 1960, pregunta: “¿Lo que
Descartes articula sobre la cólera los satisface plenamente?”. Las referencias
a la cólera se localizan en la tercera parte del Tratado “De las pasiones
particulares”, donde a lo largo de varios artículos traza de manera casi
completa el fenoménica de la cólera (Menithmós: enojo, cólera, ira,
resentimiento).
Fuentes consultadas
-Acorn, Annalise. “A favor del enojo”. Revista Letras
Libres. © 2018.
-Etinger, Diana.
“Referencias en la Obra de Lacan: el psicoanálisis y la pasión de la cólera”.
Página/12. © 2006
-Genise, Nicolas. “Ira:
el desafio psicoterapéutico del siglo”. Psyciencias. © 2017.
-Goldberger, Moshe.
“Controle su enojo: 32 caminos para proteger sus extraordinarios derechos a la
grandeza”. (2015). 2ª. Ed. Bs As: Perspectvas.
-Heschel, A.J., El
Shabat, p. 151. Citado por Surazski, G. (2021). “Fragmentos de cielo: perlas y
comentarios a los cinco libros de la Torá”. Pág. 250.
-Maimónides. “Obras
filosóficas y morales”. 2ª. Ed. (2015)
Barcelona: Alef Jojma / Ediciones Obelisco.
-Pirkei Avot: Capítulo 2
- Mishná 10
-Pirkei Avot: Capítulo 4
- Mishná 1
-Talmud Babli. Tratado
Jaguigá 9b
-Tehilim 35:15
“Dandi Yatra”, by Chhaganlal Jadav. National Gandhi Museum, New Delhi. 2018
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