Ajarei Mot – Kedoshim: Responsabilidad social para construir una sociedad más justa

 



Jean-François Millet lo había logrado: esa tarde en el Salón de París, en la muestra anual que reunía a la aristocracia europea, su obra fue recibida con antipatía y aversión. Quería incomodarlos, poner frente a sus ojos la realidad que no querían ver.

La suya es considerada una de las primeras obras de crítica social: corría el año 1857, y “Des glaneuses” (Las Espigadoras) escandalizaba a la burguesía reclamándoles la humanidad ignorada, con la dignidad de los campesinos equiparándose a la de nobles, dioses o héroes, considerados bellos e inspiradores de virtudes.

Fue su primera obra maestra: Millet la pintó en un lienzo “grande”, que para los estándares de la época era un tamaño normalmente reservado para los grandes temas como la religión o la mitología, exacerbando la incomodidad de su audiencia de clase alta: para humillarlo, la pintura terminó vendiéndose a un valor mucho menor que el precio mínimo que el autor propuso.

De allí en más, y por el resto de su vida, el artista, con sus manos agrietadas por la marginalidad y el hambre crónico, pintará como protesta, trazando pinceladas de esperanza: curtido el también desde niño en la ardua labor del campesino, reflejaría en sus pinturas la realidad de la vida del trabajador humilde.

Con su sensibilidad y talento, arrojó una luz inesperada sobre los miembros desfavorecidos de la sociedad. Era casi previsible que a los burgueses parisinos no les gustase la obra de Millet: uno de los oprimidos pintaba denunciando la realidad de los suyos.

El reconocimiento solo llegaría tiempo después de su muerte, cuando finalmente los nuevos vientos de igualdad, fraternidad y libertad reivindicarían su lucha por una sociedad más justa.

Las espigadoras que inmortalizó Millet eran mujeres pobres que estaban autorizadas por el capataz a pasar rápidamente, antes de que se ponga el sol, por los campos cosechados para recoger una por una las espigas de trigo olvidadas, un trabajo duro y rudimentario para el cual sólo contaban con sus propias manos.

La escena representa la difícil realidad de la sociedad rural de la época donde los pobres sólo disponían del grano sobrante: el fondo de la escena nos muestra la gran cosecha, ordenada y abundante, iluminada por los últimos rayos de sol del atardecer.

En contraste, la rudeza de las manos de las mujeres que intentan atrapar los diminutos ramilletes de trigo solo nos transmiten esfuerzo y miseria.

Los necesitados, adelante, ineludibles.

La abundancia, el privilegio, al fondo, difuso, inalcanzable.

Esta semana la Torá nos empuja a ser conscientes de ellos, los que están en los márgenes: "Cuando sieguen la cosecha de su tierra, no cortaras [hasta] la esquina de tu campo, cortando [completamente], y no recogerás la espiga caída de tu cosecha (…) Para el pobre y el prosélito las dejaras". (Lev.19:9-10).

Este hermoso mandamiento se llama peah, que significa “esquina”. El que está recogiendo su cosecha deja una parte para que la recojan los pobres.* Esta mitzvá se desarrolla en una hermosa forma narrativa en el Libro de Rut, que se lee en la próxima festividad de Shavuot. Pero Rut es la excepción; es rescatada de su estado de indigencia por Boaz, el dueño del campo donde juntaba espigas, quien se casa con ella.

¿Qué hay de todos aquellos que a lo largo de las generaciones se quedaron como espigadores, cuya supervivencia dependía del trabajo diario de recoger las sobras de otras personas?

¿Y quiénes son hoy los espigadores? ¿Somos lo suficientemente valientes como para preguntarnos si las sobras son realmente suficientes? ¿Y quién como Millet, se asegura hoy que los privilegiados de nuestro tiempo vean a la cara a los espigadores?

Esta semana que leemos dos porciones del libro de Levítico, está el famoso Capítulo 19. Este capítulo se destaca del resto de nuestra doble parashá, de hecho, del resto del libro de Levítico, porque presenta en una oración concisa la responsabilidad general de un judío en este mundo: “kedoshim tihiú, ki kadosh Ani Adonai Eloheijem”. Sean santos, porque Yo, el Señor tu D-s, soy santo. (Lev.19:2).

Tan importantes es este versículo que incluso le da un carácter especial a este capítulo. Muchas de las instrucciones establecidas en el Capítulo 19, si se observaran, producirían una sociedad de estándares muy altos: Respeta a tus padres; deja parte de tu cosecha para el pobre y el extranjero; no robar, malversar o mentir; no oprimas a tu prójimo; no retrases el pago a sus empleados; no maldigas al sordo ni hagas tropezar al ciego; no perviertas la justicia; no hagas chismes ni agravios, no te vengues ni guardes rencor; respeta a tus mayores y protege al extranjero; no hagas trampa en los negocios; y, en la mitad del capítulo, el desafío resonante y casi imposible de amar a tu prójimo como a ti mismo.

El precepto fundamental de todo judío, independientemente de su posición social o circunstancia económica, es santificar tanto el tiempo como el espacio: cada brajá (bendición) tiene el propósito de convertir un acto ordinario en sagrado, desde comer pan hasta reconocer el dolor y la alegría.

Es aportar una perspectiva diferente, es alzar la voz ante la injusticia y reconocerse heredero de un paradigma ético: ser judío es ser depositario de la Tora como voz moral, inconformistas, impulsando el cambio, soñando y trabajando para hacer realidad hoy lo que aún no existe…

Muchas veces, el desafío es ir “neged hazerem”: contra la corriente, aunque seamos los únicos.

El camino es por ahí.

 

 

Shabat Shalom umeboraj!

Seba Cabrera Koch

8 Iyar 5783 / 28 de Abril de 2023.

 

 

 

Notas

* Hay dos partes en esta mitzvá (mandamiento): una es dejar parte del grano o producto tal como está para que lo recojan los pobres, y la siguiente parte es dejar algo en el suelo, después de que se haya caído, y no volver para recogerlo.

 

 

Fuentes consultadas

-Andelman J. “Leftover Scraps”. Comentario parasha Ajarei mot Kedoshim © 2017 JTS.

-Des glaneuses”. 2023 © Public establishment of the Orsay and Orangerie museums.

-Levítico 19:9-10, traducción de Aryeh Coffman: “Tora con Rashi: Tomo Vaikra / Levítico”. Ed. Jerusalén. 2001. Pág. 327-328.

-Loevinger N. “Reaching Out To Those In Need”. © 2002-2023 My Jewish Learning.

-Rut, capitulo 2 y siguientes.

 

Imagen: Des glaneuses”. Jean-François Millet, 1857. Wikimedia Commons.


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