Hay palabras que tienen algo mágico.
Con
la etimología podríamos abordar especificaciones y tecnicismos, podríamos
aventurarnos a las profundidades de la semántica para desempolvar sus orígenes,
pero jamás definiría lo que su significado produce en el lector o el oyente.
No
hay manera de delimitar lo emocional, porque hay palabras que suenan como un
tenue latido en el silencio y también como una risa festejando la primera vez
en bicicleta, el abrazo paternal conteniendo el primer desamor y la
felicidad al degustar nuestra golosina favorita.
Hay
palabras con valor, con historia, con sabor a nostalgia, que huelen a recuerdos
y brillan en cada uno como una fotografía color sepia... nos
hacen viajar a otras épocas.
La
palabra “cuentenik”, traducida
comúnmente como “vendedor ambulante”, o mejor aún, “vendedor a crédito”, es una
reminiscencia del idish a partir de la palabra “cuenta”.[1] Designa
específicamente al tipo especial de comerciante que ofrecia sus
mercancías en el domicilio del comprador, “en cuenta” o a crédito. [2]
Esta forma de comercio era única en su género, porque se sostenía en un sistema basado
en la confianza pura. Era poner en práctica el crédito en su sentido literal:
crédito, del latín "credere": confiar.
Confiaba solo en la palabra y en la buena voluntad, que en mayor o menor
grado podia tener el deudor.
No
hace mucho tiempo, contaban nuestros padres y abuelos, y algún lector memorioso
aun recordara, que el valor de la palabra empeñada era suficiente prueba de
cumplimiento ante un compromiso.
Cuando
un individuo se comprometía en cumplir una promesa, con solo verbalizarlo y la
contraparte dando consentimiento y ratificando, era como si se firmara un
contrato de exclusividad, obligando a ambas partes a su cumplimiento. El acto culminaba
con un apretón de manos.
La
honorabilidad y buena reputación ejercían la función de garantes y la palabra
empeñada era toda la garantía.
Asumir
un “com-promiso”, era asumir el
cumplimiento de una promesa, e implicaba comprender que la responsabilidad,
seriedad, credibilidad y honorabilidad estaban en juego.
Nos
acercamos al fin de las lecturas del libro Bemidbar,
y la porción doble de la Tora que nos convoca esta semana es Matot – Masei. Al comienzo del capítulo
30 del libro de Números, hallamos un pasuk muy interesante:
“Si un hombre hace un voto al Eterno o emite
un juramento, para imponer una prohibición sobre su persona, no profanará su
palabra: conforme a todo lo que sale de su boca deberá hacer.” (Números 30:3) [3]
Aquí,
aparece el concepto de los votos (nedarim) y los sabios del Talmud demostraron
ambivalencia en la discusión a este tema. El tratado Nedarim, trae como ejemplo el debate entre rabí Meir que opina que lo mejor es no hacer
votos, y rabí Yehudá que lo mejor es
hacerlos y pagarlos.
Existe
un principio y es el siguiente: jamás debe el hombre acostumbrarse a hacer
votos, porque así dijeron nuestros Sabios: “Todo aquel que hace voto, aun
cuando lo cumpliera, será llamado pecador”.
El
punto es tomar conciencia de que debemos tomarnos seriamente lo que decimos: el
hecho de que las promesas puedan ser anuladas no debería inducir a una persona
a tomarlas ligeramente. [4]
La
Guemará cuenta que todos los Sabios que conformaban el Sanhedrín en tiempos del Rey
Tzidkiahu fue condenado a muerte por anular una promesa. Cierto dia, Tzidkiahu
sorprendió a Nabucodonosor,
emperador de Babilonia, despedazando y comiendo una liebre viva. Avergonzado, le
exigió jurar que nunca lo revelaría, y Tzidkiahu asi lo hizo. Sin embargo, más
tarde lamentó su juramento, y solicitó al Gran Sanhedrín anularlo. Esta anulación
resulto ser fatal para ellos.
Liberado
de este juramento, Tzidkiahu contó lo que vió, y cuando Nabucodonosor lo supo, consideró
esta ofensa como una traición.
Hizo
llamar a Tzidkiahu y a los miembros del Sanhedrín, y les ordeno a los Sabios
que le expongan la Torá. Los Sabios tradujeron para él una parashá tras otra.
Cuando ellos llegaron a Matot (que
justamente leemos esta semana), el emperador inquirió, “Si alguien desea anular
una promesa, ¿puede hacerlo?”
“Él
puede ir a un Sabio”, replicaron ellos, “quien tiene la autoridad para anular
su promesa”.[5]
Asi
supo cómo Tzidkiahu lo traicionó, y acusó a los Sabios por haber anulado su
juramento. Nabucodonosor ordenó matar a cada miembro del Sanhedrín.
El
dolor por la traición y la confianza rota, desencadenarían trágicos eventos que
más tarde presagiaron la destrucción de Ierushalaim
y el Beit Hamikdash.
La realidad
en la que vivimos, promueve cierta banalidad de la palabra hablada y escrita.
Hoy
en dia, la referencia a la palabra como aquella que viene a describir la
realidad pierde fidelidad, y en la actualidad las palabras son un recurso poco
claro. La degradación de la palabra, el tono ofensivo en las formas de
expresarse, la falta de sentido, la falta de compromiso a la palabra empeñada… Es
así como nos convertimos en esclavos de nuestras palabras, y preferimos ser
dueños de nuestros silencios.
La
santidad de la palabra hablada es uno de los pilares más profundos de la imagen
humana, porque "el habla" es la cualidad básica del ser humano, y es la
manifestación de la imagen y semejanza divina que hay en él.
El
habla misma es sagrada, y el brit milá *
el pacto con la palabra y su expresión, nuestro designio.
Amos Oz y Fania Oz-Salzberger, en un ensayo prodigiosamente
titulado “Los judíos y las palabras”, reflexionan enunciando que la continuidad judía ha girado siempre
alrededor de palabras pronunciadas y escritas, de un laberinto de
interpretaciones, debates y desacuerdos en constante expansión, así como de un
singular marco de relaciones humanas.
En la
sinagoga, en la escuela, y sobre todo en el hogar, esto llevó siempre a dos o
tres generaciones a sumirse en profundas conversaciones.
La
nuestra no es una línea de sangre, sino una línea de texto.
No es casual que hoy exploremos el valor de la palabra...
y que el próximo libro que empecemos sea Devarim: las palabras.
Jazak, jazak, veNitzjazek.
Shabat Shalom umeboraj !
Seba
Cabrera Koch
26
Tamuz 5783 / 15 Julio de 2023.
Notas
[1] “Vendían chucherías (cachebáchnik, le
decían en idish en Uruguay), cortes de tela (córtenik) y colchas, frazadas,
ropas y hasta muebles, registrándolo en su ídishñol en unas tarjetas de
contabilidad elemental. En el Río de la Plata se lo llamaba cuéntenik o cóntenik,
en Brasil, clientélchik, en Venezuela, cláper”. (Eliahu Toker, en su prólogo a
"El ídish también es Latinoamérica").
[2] Se debe diferenciar del comerciante
establecido que otorga créditos en mercadería, y tampoco confundir con el
vendedor ambulante que pregona su mercancía por las calles y vende
exclusivamente al contado.
[3] El versículo habla de dos cosas
distintas: voto (neder), y juramento (shebua). El voto implica que el individuo
impone una restricción sobre un objeto, no sobre él mismo. El juramento, en
cambio, implica que el individuo mismo queda restringido de una cierta actividad
o del uso de un objeto (Gur Arye).
[4] En no pocas oportunidades la mishna
insiste en ser “prudentes con las palabras”. Ver Pirkei Avot: Cap 6, Mishná 6; Cap 1 Mishná 9 y Cap 1 Mishná 11.
[5] Nadie puede anular por sí mismo lo que ha
dicho, sino que depende de un tribunal que tiene la autoridad para decidir si un
voto puede ser anulado. Esto se dictamina luego de un minucioso análisis de las
circunstancias bajo las cuales se había realizado el voto en primer término, además
de las razones por las cuales el declarante desea cancelar lo que ha
pronunciado. Si bien la Torá es muy breve al ocuparse de este tema, hay
tratados completos en el Talmud que polemizan acerca de los detalles de esta
ley.
*Habitualmente “pacto de la circuncisión”,
pero también significa “pacto de la palabra”. La palabra milá, מילח alude al
pacto de Abraham realizado con D-s. En el segundo caso el vocablo milá para
significar “palabra” ( מלה ) se escribe sin la letra hebrea iod, pero ambos
términos milá ya sea para uno u otro caso suenan igual, es decir son
homofónicos.
Bibliografia
-Cherlow, Yuval. La santidad de las palabras.
Consultado desde hatanakh.com
-Cuneo, Pablo. Derramando la sangre de las lenguas.
(2023). En el margen. Revista de Psicoanalisis.
-Muhafra, Iaacob. “Pirkei Avot: Comentarios,
reflexiones y maasiot”. (2014) Or Lajaim.
-Oz, Amos y Oz-Salzberger, Fania. Los judíos
y las palabras. (2019). Madrid. Traducción del inglés de Jacob Abecasís y Rhoda
Henelde Abecasís. Editorial Siruela. Pag 17.
-Parashat Matot Masei, Números 25:10-30:1
-Staricow, Adolfo. La función Social del Cuentenik.
Boletín de la Sociedad de Vendedores a Crédito, Buenos Aires, 1939. Colección
Vendedores ambulantes. Archivo Histórico Fundación IWO.
-Talmud Bavli: Tratado Nedarim (9a) (65a). Consultados
desde sefaria.org
-Tora con comentario de Rashi, tomo 4 Bamidbar.
Aryeh Coffman. Numeros 30:3. Pag 521.
-Weissman, Moshe. El Midrash Dice: El Libro
de Bamidbar – Números. Bnei Sholem. 1996. Pag 372-373
Imagen
“Hologramas: Pactos basados en evidencias”. José
Antonio Marina. 2020.
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