Acto Plazoleta IV Siglos: El sábado 7 de octubre de 2023 el mundo amaneció paralizado por el horror.
Hoy,
martes 7 de noviembre, un mes después, aún no hay palabras que describan la
conmoción, el dolor y el espanto.
Este
día nos convoca en un acto de repudio contra las atrocidades del grupo
terrorista fundamentalista islámico Hamas, exigiendo que sean liberadas todas
las víctimas secuestradas en el ataque demencial desplegado desde la Franja de
Gaza.
En el
dramático conflicto que hoy enluta a Medio Oriente, Hamas, la organización
extremista que de facto domina la Franja de Gaza, lanzó un ataque cruel y
despiadado contra la población civil de Israel. No fue un enfrentamiento
militar entre militares. Fue una acción dirigida deliberadamente contra la
población civil masacrada a mansalva.
No hay
excusa para el bárbaro ataque de Hamas: fue una cacería brutal con armas
automáticas contra jóvenes que fueron a bailar en un festival por la paz.
No hay
justificación.
Violaron
mujeres y las hicieron desfilar como si fueran trofeos, ultrajadas y exhibidas
frente a multitudes que cantaban y documentaban con orgullo estas escenas de
pesadilla para las redes sociales.
Mutilaron
y decapitaron bebés, asesinaron a familias enteras mientras dormían en sus
camas, los acribillaron delante de sus seres queridos, los quemaron vivos…
Es una
guerra, con todo lo dramático que conlleva. Con la dificultad de enfrentar a
una fuerza irregular, mimetizada dentro de la población y que impone un avance
difícil y riesgoso, mientras el agresor se aferra a los rehenes, que usa
extorsivamente para mediatizar la acción israelí.
Hoy, en
un conteo cruel y vergonzoso enumeramos que fueron secuestrados más de 250
ciudadanos de 40 nacionalidades: jóvenes y ancianos, personas con
discapacidades y niños… El 10% son argentinos. Son 21 argentinos secuestrados y
9 asesinados en los ataques del 7 de octubre. El rehén más joven es un bebé de
tan solo nueve meses, argentino. Desde hace un mes permanecen cautivos como
rehenes.
La
criminalidad de Hamas revela su perversión, y su ideología no es más que una
alegoría del ser humano que ha traspasado los límites y ha perdido su
humanidad.
En
sintonía, las sociedades occidentales no advierten que estos eventos son una
señal premonitoria de que la libertad, la tolerancia, la dignidad humana y la
santidad de la vida se encuentran bajo amenaza.
Esta es
una lucha que Israel viene librando solo: 100 años de terror contra el
sionismo, en donde solo en los últimos años el terrorismo arrojó cerca de 15mil
cohetes sobre población civil israelí, casi diariamente, desafiando uno de los
sistemas de defensa más sofisticados del mundo. Aun así, se interceptaron hasta
el 90% de los cohetes lanzados. ¿Imaginan 15mil cohetes lanzados hacia Salta desde
nuestras fronteras? ¿Qué haríamos?
El
argumento del fundamentalismo islámico es una estrategia bien pensada: están
luchando contra los valores de la vida occidental. Y vienen por todos.
Hace
unos años, cuando el terrorismo golpeó con intensidad en las capitales
europeas, los medios replicaban “Je suis París”, “Je suis Charlie”, “Ich bin
Berlin”, “I am London”, pero hoy, todos dicen sentirse conmovidos pero ningún
titular exclama en primera plana: “Yo también soy judío”.
Los
ataques terroristas en París en 2015, en Madrid en 2003, el 11 de septiembre a
la Torres Gemelas, en Buenos Aires en 1992 y en 1994… Todos forman parte de un
entramado perverso cuyo común denominador es una ideología que busca sembrar
terror e imponerse, sin importar quien se ponga delante.
Los
talibanes, ISIS, Hesbollah y Hamas, forman parte de un conjunto dirigido,
orquestado y financiado por el régimen teocrático fundamentalista irani. Ya
desde el año 1987, cuando surgen como organización basada en los principios de
los Hermanos Musulmanes de 1928, asesinaron a Sadat, el primer mandatario que
hizo un acuerdo de Paz con Israel.
Nos
horroriza que alguien celebre estos monstruosos ataques, intentando
“re-contextualizarlos” como el “ejercicio del derecho a la resistencia”.
Es
verdaderamente grave, entonces, tratar de recortar la realidad para no ver lo
que está sucediendo.
Israel
ha construido la única democracia en Medio Oriente, en Israel viven y conviven
Judíos, Cristianos, Musulmanes y otras minorías, todos ellos ciudadanos con
igualdad de derechos, votan y pueden formar parte del gobierno.
Una
sociedad moderna, próspera y pluralista que contrasta con el penoso y
preocupante realidad de la mayoria de los paises de la region, lo que hace aún
más inexplicable que partidos políticos que se consideran progresistas se
alineen incondicionalmente con ideas de regímenes retrógrados, donde la mujer
adolece subordinada a una cultura de sumisión y totalitarismo, donde ser
homosexual es penado con la muerte, donde pensar diferente no es permitido.
Nadie
en ningún país civilizado podría legitimar una organización que no comparte
ninguno de los valores fundamentales de democracia, derechos humanos o Estado
de derecho. En nuestro país, los dos atentados perpetrados por el terrorismo
internacional en 1992 a la Embajada de Israel y en 1994 a la Sede de la AMIA,
nos recuerdan como si fuera una herida que no cicatriza que el odio no conoce
fronteras.
Estamos
en un contexto de creciente antisemitismo en el mundo, pero en especial en
países donde la extrema izquierda se plegó a masivas manifestaciones en favor
de Hamas, sin advertir que reivindican la violación de los valores mas
elementales de nuestra civilización, en nombre de sus consignas intransigentes.
Las
intenciones, la justificación y el aval que el terrorismo sigue recibiendo de
la supuesta izquierda solo denota una triste ignorancia, que no tiene
absolutamente nada que ver con la verdadera izquierda. La verdadera izquierda
construyó el Estado de Israel, los Kibutzim y la Histadrut. La izquierda está
por la vida, no por la muerte, y mucho menos avala el terrorismo.
Entonces
tienen allí una contradicción: la persecución del judío es la persecución a los
valores de prosperidad, de igualdad y educación; y el sionismo es la
continuación de la promesa de los profetas que pregonaban un mundo donde
reinaría la paz y la libertad.
Una paz
para todos, sin importar cuales fueran sus creencias.
Por eso
el judío es rechazado y es perseguido en el Medio Oriente, porque la mayoría
del Medio Oriente nunca reconocerá estos valores. Por eso el odio al judío,
porque el judío está representando una alternativa frente al totalitarismo.
Estos
eventos han reavivado el debate en torno a la libertad de expresión y la
responsabilidad de las instituciones de garantizar la efectiva vigencia del
Estado de derecho, garantizando la seguridad y la libertad de todos.
No
tenemos ningún interés en librar una guerra de palabras mientras se libra una
guerra real.
Pero,
independientemente de lo que puedan pensar sobre el conflicto palestino-israelí
o sobre la política israelí, la masacre genocida de Hamas fue un acto de terror
y no puede justificarse, ni su verdadero propósito oscurecerse con eufemismos y
referencias indirectas.
Pedimos
a toda la comunidad salteña una vez más que condene sin ambigüedades el ataque
criminal del fanatismo islámico de Hamas.
Repudiamos
enérgicamente la violencia terrorista. No hacerlo traicionaría nuestros ideales
y los valores de nuestra sociedad.
Civiles
Palestinos están sufriendo, su dolor es nuestro dolor, pero dejemos algo en
claro, Hamás es quien los somete y los pone en peligro, usándolos como escudos
humanos. No Israel.
Esto
nos interpela a examinar quienes somos como sociedad, para reflexionar y
recapacitar acerca de nuestros valores.
La
historia nos demuestra que quizá no alcanzamos a entender que el ser humano que
no reconoce la humanidad en el Otro, está perdiendo a su vez su propia
humanidad.
“En un
mundo que reclama cada vez más diversidad y tolerancia, el camino a recorrer es
el principio de responsabilidad colectiva”.
Israel
hoy se reconstruye, intentando sostenerse en el caos que deja el desconsuelo y
el dolor. Desde aquí, acompañaremos con una sentida oración a las familias
sumidas en el dolor y la incertidumbre.
Defendemos
el valor supremo de la vida, porque el odio nunca triunfará sobre la vida.
Aquí,
en Plazoleta IV Siglos, punto neurálgico y símbolo de nuestra ciudad,
agradecemos a todos los presentes, a la Municipalidad de la Ciudad de Salta
como al Gobierno de la Provincia de Salta por acompañarnos con su sensibilidad
y empatía, haciendo suyo también este reclamo.
El
terrorismo busca sembrar miedo y odio en nuestras sociedades. Por eso, no
debemos permitir que el miedo nos encierre, y el odio nos enceguezca.
No debemos aceptar el mundo como es.
Debemos desafiarlo en nombre del mundo que debería ser.
Esa es nuestra responsabilidad.
Am Israel Jai,
significa: El Pueblo de Israel vive!.
Gracias.
-Coautor - Orador: Dr. Pablo Chalcoff
-Colaboración especial: Prof. Dr. Udi Manor
-Revisión: Dra. Adriana Camisar - Ing. Fernando Camisar
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